viernes, 9 de marzo de 2012

DE LITERATURA Y LITERATOS (I). DE LA ÉLITE A LA HUMILDAD.


Amigos, conocidos y compañeros escritores. No caigamos en la presuntuosidad de pensar que, de alguna manera, somos una élite. Ni que la palabra “escritor”, está reservada sólo para aquellos que han hecho de la literatura su modus vivendi.

Los que escribimos por afición, los que lo hacen por profesión, todos, nos agarramos a nuestras vivencias, las camuflamos con la mentira, y lo llamamos ficción. Nuestro propósito, no nos engañemos, no es otro que entretener, hacer pasar un buen rato al lector. Nada más. No tenemos un propósito divino, ni hemos sido elegidos para algo grandioso que sólo nosotros podemos hacer. Llenamos hojas en blanco con palabras para contar una historia. Igual que lo puede hacer un niño. Curiosamente, el fin es el mismo. El niño la escribe para que sus padres la lean, nosotros lo hacemos para que “alguien” lo lea.

Podemos encontrar multitud de citas, de infinidad de autores, que se han afanado en diferenciar al buen escritor, del mal escritor. Tal vez para alejarse ellos mismos de la segunda definición. Indiscutiblemente hay  buenos y malos escritores. Eso no le resta mérito al trabajo de nadie. Porque el motivo, el trasfondo, es el mismo para todos. Tiene el mismo esfuerzo, dedicación e ilusión, una obra escrita por un autor mediocre, desconocido, aficionado, que por uno extraordinario, famoso y consagrado. Menospreciar las “malas” obras, es un ejercicio que dice bien poco del escritor que lo hace, en una muestra de evidente prepotencia, que bajo mi punto de vista, no merece ningún respeto. Porque si hay algo que esa obra, y ese “colega” necesitarían, es una crítica didáctica y constructiva. No una descalificación hacia su trabajo. Pero obviamente hay autores que piensan que “sería una pérdida de tiempo”. Tal vez porque creen que su tiempo es mucho más valioso que el invertido en escribir aquel escrito, o que ser escritor es pertenecer a una élite, a la cual ese otro autor no debería acceder.

Es una pena que algunos escritores se olviden (o nos olvidemos) de dos características esenciales de la literatura. En primer lugar, que cualquier persona puede leer una obra, tanga o no conocimientos de narrativa. En segundo término, que no es necesario ir a un museo para admirar una obra escrita. Cualquiera puede tener un premio Novel, o una novela ganadora del Planeta en la estantería de casa. Es más, puede estar junto a un libro de un autor completamente desconocido, compartiendo estante. Y esa grandeza, la universalidad de “las letras”, no nos hace pertenecer a una élite, justo lo contrario, nos hace pequeños. Porque la obra en sí nos supera, esté bien o mal escrita, trasciende al autor.

Cualquier trabajo merece respeto, nos guste o no, esté bien o no. Decir que una obra es “una mierda”, no es una crítica. Y aunque se puede tener cualquier opinión, el respeto y la educación es lo primero. Aunque siempre es más cómodo echar por tierra el trabajo de los demás que ser constructivo. Es aquí donde se ve un “escritor de élite”.

Veámonos como lo que somos; creadores de entretenimiento. Con aspiraciones o sin ellas, no somos más que eso, pero tampoco menos. 



ENRIQUE CABRERA

3 comentarios:

  1. Lo has dicho todo,Estimado Enrique,nada más resta felicitarte.

    ResponderEliminar
  2. Todos tuvimos nuestra primera hoja en blanco, tan sólo no hay que olvidarla por mucho que se haya escrito después.

    ResponderEliminar
  3. El respeto es fundamental, y si se critica debe hacerse con fundamento y bases.

    Saludos

    ResponderEliminar