miércoles, 28 de diciembre de 2011

LA MASCARA DE LA MORAL


A lo largo de la historia, las sociedades han ido adaptando la moral al estilo de vida que se iba desarrollando. Esto no es en absoluto hipocresía o como pudieran calificar algunos (hipócritas… ahora sí) amoral. La moral, por más que se quiera demostrar, no es intrínseca al ser humano, ni siquiera la “moral” como concepto, sino a las sociedades. Incluso los términos de bondad y malicia, ligados al de moral, son relativos en función de las personas que observen la acción.
            La moral es cambiante, porque debe ser práctica. De nada nos serviría una moral estancada en los valores del siglo III a. C. o, si se quiere poner un ejemplo mucho más cercano; la moral de la década de los años 70. No, si la moral no nos sirve a nuestros propósitos, se vuelve en contra de la sociedad, valga como ejemplo las morales religiosas en cualquier época, incluso en la actual.
            ¿Cómo ha evolucionado la moral a lo largo de la historia? Depende de las sociedades y la época; ha sido un valor social reconocido, un valor socio-religioso, una imposición religiosa, incluso una obligación inculcada por el gobierno (véase por ejemplo la I o la II Guerra Mundial). ¿Y en la actualidad? Las tendencias filosóficas referentes a la moral dicen que volvemos a teorías aristotélicas, aquellas que decían que el fin último del hombre es ser feliz, y eso, en la sociedad actual… es un arma de doble filo. Y no lo digo porque el fin justifique los medios, sino porque la felicidad, depende en gran parte, de la sociedad en la que nos desarrollamos.
            Independientemente de si es cierto que regresamos a tendencias aristotélicas, la felicidad y el bienestar son claves para vivir en nuestra sociedad. Aquí entra en juego un concepto abstracto que se nos ha ido proporcionando a los largo de los siglos, muchos: el bagaje histórico. Nuestra sociedad, como cualquier otra, esta cimentada por hechos y conocimientos de otras anteriores. Es la gran memoria colectiva de la sociedad que nos impregna desde que nacemos. Pues bien, desde siempre ha habido personas, destacadas o no, que han tenido una forma de pensar distinta, en relación a cualquier campo, también al de la filosofía moral. Muchas de estas personas, científicos, escritores, filósofos etc., y sus seguidores, han sufrido el rechazo de la sociedad de la que formaban parte. La nuestra, no nos engañemos, no es diferente. Hemos avanzado tan rápido, también en nuestra forma de concebir la realidad, que la moral se ha quedado rezagada, pero como la moral debe ser práctica hemos conseguido traer a nuestro tiempo conceptos de “correcta moralidad”, bien protegidos por las leyes, o bien dando argumentos aprehendidos. ¿Y  por qué se hace esto? Por comodidad, porque es mucho más cómodo ponerse la máscara de una moral aceptada por todos qué decir realmente lo que se piensa y el porqué. Hemos dicho que el bienestar depende en gran medida de los demás, destacar del grupo no favorece siempre a este “bienestar”.
            Adolecemos de una doble moral condenando o dando por buenas algunas acciones que en realidad no creemos que debieran ser condenada o aceptadas; no medimos igual las mismas acciones dependiendo del fin, o de las personas o entidades que las lleven a cabo; permanecemos impasibles ante acontecimientos tremebundos, que tal vez no se estén dando en televisión, sino en el portal de nuestra casa, y arremetemos contra hechos insignificantes… etc.1
            Podemos pensar que la sociedad en la que vivimos nos obliga a no decir todo lo que pensamos, o a estar de acuerdo, al menos teatralmente, con cosas que en realidad no estamos. Pero tenemos que pensar que el axioma de la sociedad somos cada uno de nosotros. Cobra vida a través nuestra, pero soltamos las riendas hace tiempo.
           
1.- No he puesto ejemplos porque no quiero que nadie se sienta ofendido ni reflejado. Pero si alguien cree que todo el mundo aplica la moral en base a sus convicciones sin tener en cuenta lo que piensen los demás, o a quién o qué esté “criticando” o “ensalzando”, o no puede poner ejemplos de lo dicho… no está siendo sincero con él mismo.

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