domingo, 25 de diciembre de 2011

LA CRUELDAD DE LA REALIDAD: EL CAMINO DE BALDOSAS AMARILLAS

Incluso cuando imaginamos la más horrible de las ficciones... tan sólo estamos disfrazando la realidad. Incluso cuando leemos en alguna novela una atrocidad fruto de la imaginación enrevesada del autor; o vemos en el cine una escena que sólo un guionista "macabro" sería capaz de engendrar en su mente... no es más que la consecuencia de una realidad, de "nuestra realidad";  la que nos rodea e influye. Porque no se puede imaginar algo de la nada, sino a partir de algo existente, la realidad es el axioma de cualquier ficción... Y es cruda. Tal vez no queramos darnos cuenta, limitando nuestro conocimiento de la misma sólo a aquello que está íntimamente relacionado con nosotros. Pero eso es el autoengaño, y por tanto la hipocresía más consciente de la que somos culpables. Y lo hacemos tan bien que a veces ya no somos capaces de distinguirla: ficción y realidad se mezclan, tal vez debido a que nos llega por los mismos canales (ambas), o por, y seria peor aún, la indolencia manifiesta por aquello que parece que ocurre lejos, o creemos que jamás nos acaecerá. O tal vez, sólo tal vez, sea que sabemos feacientemente que la realidad es cruda y más aún... cruel, y, al igual que Dorothy en el mundo de Oz, tengamos que encontrar nuestro propio camino de baldosas amarillas para no dejarnos arrastrar, y poder llevar nuestra alma a buen puerto.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario