Harry bebe solo en su casa, intentando que el tiempo pase más rápido para encontrarse con Sandra.
[...]Mi trabajo abandonado en la mesa del salón, yo abandonado a la desidia
de los días y los días abandonados a la desesperación de tenerlos que
ver pasar. Leonard Cohen comenzó a acompañarme el miércoles: “A Thausand kisses deep”, una letra extraña para un sentimiento peregrino
que me guiaba a través de un día absurdo. Me encontré siguiendo la aguja
del reloj en su imparable pero repetitivo recorrido. Que paradójico
resulta ver cómo el tiempo, que no tiene un término físico mas allá de
una mera definición, tenga un espacio tan limitado para ser medido. El
tiempo, que puede hacer que las consecuencias de una acción perduren
toda una vida, o incluso más, nosotros lo veamos como simple arena
dentro de un recipiente de cristal. No conseguí que los minutos pasaran
más rápido, pero sí que no tuvieran sentido. No sólo se miden las horas
contando bulbos vacíos, también los vasos quedan vacíos, también son de
cristal las botellas.[...]
A thausand kisses deep. Leonard Cohen
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