Si
existe un ejemplo claro en la historia acerca de la arrogancia de una sociedad
de creerse superior a otra, ese es el
antisemitismo. Es sin duda la forma de racismo o xenofobia más extendida a lo
largo de los siglos, que propiciaron unas circunstancias funestas que jamás
deberíamos olvidar.
He
elegido este “movimiento” y no otro, por la brutalidad de proporciones bíblicas
en contra del pueblo judío, y porque en la actualidad todavía podemos ver
destellos de este pensamiento retrógrado.
Las
singularidades del antisemitismo radican en su larga duración, en una
procedencia religioso-cultural, y en la intervención de otros fines y motivos
de índole social, económico y político. Por descontado, su impacto genocida en
el Holocausto, lo refuerza como fenómeno determinante de la condición humana en
la modernidad.
El
movimiento antisemita proviene de la época helenista, pasando después por el
imperialismo romano. La andadura judaica ha sufrido la intolerancia hasta
llegar a la “supervivencia” en el Medievo. Más tarde llegó el nacionalismo
moderno, de allí al racismo y al exterminio nazi. Continúa en la actualidad sin
la máscara de la postguerra en diferentes contextos (igual que en el pasado).
No
quisiera que se me entendiera mal si digo que las características mismas del
judaísmo conllevaron el antisemitismo. El judaísmo aparece como minoría
monoteísta en un mundo “pagano” (efectivamente, ni esta sociedad se libra de un
aire arrogante, al considerar al resto como infieles por ser politeísta o no
estar bautizados), con una marcada estructura constituida alrededor de un pacto
ético y teológico-social. Lo que lo convertía en un grupo religioso y social
muy diferente y prácticamente auto-excluyente, con sus propias normas y
costumbres. Todo esto, el pensamiento que ellos mismos tenían de la sociedad
que les rodeaba (paganos), su exagerado sentimiento de comunidad y sus grandes
diferencias, fueron los ingredientes del caldo de cultivo para la
discriminación y el hostigamiento.
Este
antijudaismo pagano precedió y fue base para el antijudaismo cristiano. Y como
allí donde hay religión, hay radicalidad; y las creencias son base firme para
el desprecio del prójimo (consecución harto paradójica); el cristianismo le dio
una dimensión teológica y metafísica que asumió el antisemitismo, de manera que
la descalificación del pueblo judío era ya cuestión religiosa. Mal asunto.
El
cristianismo y su influencia (adoctrinamiento) en Europa, extendió el perjuicio
antijudaico. Alentando y apoyando actos de discriminación. Podemos hablar de la
expulsión de los judíos en España y Portugal, la Santa Inquisición, las leyes
de pureza de sangre… Como dato relevante, tendríamos que decir que no es hasta
1965, en el Concilio Vaticano II, cuando la iglesia rectifica la posición de la
Iglesia respecto al judaísmo.
La
característica fundamental de judaísmo como grupo social-religioso no los
ayudó, sino todo lo contrario. Fue el argumento más potente para oponerse a una
“incorporación ciudadana” ya que parecían estar al margen de la sociedad. Se
comenzaron a rechazar los logros realizados por los “nuevos miembros” al
persistir en su característica grupal, calificándolos de competencia
socioeconómica. Se les atribuyeron a los judíos entonces intenciones de
dominación y un supuesto poderío económico. El antisemitismo incorporé la
ideología del peligro social, ya que las acciones del pueblo judío, en lugar de
ayudar a la sociedad, la perjudicaría al actuar siempre y sólo en beneficio
propio. De esta nueva oleada de ideas y conclusiones incorporadas al sentimiento
antijudío, aparecen libros como “El judaísmo frente al germanismo” (1879) o “La
Francia Judía”.
Si
no podían incorporarse a la sociedad tal y como la sociedad quería que se
incorporaran, y al ser dotados de un supuesto poder intelectual y material, consideraros
un peligro… fueron calificados de extranjeros.
El
pensamiento antisemita no estaba solo. Se teorizaron nuevas formulaciones como
la “Inferioridad moral” (Voltaire) “Religión estatutaria” (Kant) “Pueblo sin
historia” (Hegel). Se originaron nuevas agrupaciones políticas. La intención
era combatir el poder de los judíos como solución global a los problemas de la
sociedad.
Lo
peor estaba por llegar. El avance del racismo en Europa y su inclusión en el
seno del nazismo, tuvo como consecuencia alterar la figura del judío hasta
deshumanizarla. Se puede pensar que el exterminio era una consecuencia lógica
del camino que había tomado el antisemitismo. O que la aniquilación sistemática
del pueblo judío por parte del nazismo fue un evento excepcional histórico. Sea
como fuera, no podemos negar la interacción entre, antisemitismo, nazismo,
exterminio. La destrucción de la vida judía fue para el nazismo un finen sí
mismo. En contra de acciones históricas anteriores, no pretendía la conversión,
sino la aniquilación.
El
antisemitismo nazi sacó a relucir un concepto nuevo: “el darwinismo social”.
Razas superiores e inferiores con una supuesta base científica. Teorías como la
“pureza racial” basada en la selección natural y la supervivencia del más apto,
dan una visión de la distorsión a la que se llegó en aquel momento de nuestra
historia reciente.
El
nazismo no “inventó” el antisemitismo, ni fueron los nazis los primeros en
matar judíos. El antisemitismo es una ideología milenaria fundamentada en base
religiosa, sustentada por exageraciones teológicas, avivada por mentiras y
conclusiones irracionales, alimentada por pensadores y políticos, y exagerada
por el nazismo. Pero sobre todo, mantenida por el miedo a la diferencia.
Nadie
puede tirar la primera piedra, las sociedades simplemente son arrogantes con el
resto, aunque cada una actúa de manera diferente. El resultado, por desgracia,
siempre es el mismo.
ENRIQUE CABRERA
Quizás haya echado en falta unas referencias finales al antisemitismo actual, causado principalmente (bajo mi humilde opinión) por la ocupación de Gaza y Cisjordania, y en general las políticas sionistas del Estado de Israel.
ResponderEliminarTristemente, la gente sigue confundiendo judaísmo, sionismo e israelita...
El antisemitismo es, desde hace mucho tiempo, un pensamiento ideológico. Una ideología que en la actualidad todavía no hemos sido capaz de erradicar. Pero introducir las circunstancias politoco-económico-religoso-racistas de la eterna disputa en Israel... hubiera sido excesivamente complicado. Pero llevas toda la razón.
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