miércoles, 30 de mayo de 2012

PERSONAJES DE "LA MUSA. NOVELA DE UNA OBSESIÓN". SANDRA


Es la detective que se encarga de la investigación de los asesinatos relacionados con las publicaciones de Harry. Casualmente es lectora de las obras de autor; algo que no impide que lo considere sospechoso, pero que condicionará sus acciones durante el desarrollo de las pesquisas.

Sandra está enfrentada completamente a Harry en su visión de la realidad. Pero, a pesar de saber que ésta es cruel, debido a su trabajo, intenta adaptarla a lo que ella cree que debería ser. Compensa la distorsión del personaje de Harry, aunque paradójicamente, es la responsable principal de la concepción que tiene el escritor del mundo que le rodea.

La detective es apasionada, algo que también contrasta con Harry. Lucha, de manera inconsciente, entre el empirismo y los sentimientos. De forma consciente, en cambio, cree que es completamente lógica en sus razonamientos. Por eso, de alguna manera, su realidad también se ve afectada, principalmente cuando se adentra en los personajes de las novelas de Harry en busca del móvil de asesino. Sandra, para resolver el caso, quiere ver fuera de las páginas de los libros los mismos indicios que el autor plasma en ellas: moviéndose en  un estrecho pasillo de realidad entre la ficción.

La personalidad de Harry, las pruebas que encuentra fuera y dentro de los libros, los personajes de las novelas, la ficción, la realidad... La trama va absorbiendo a Sandra, que se deja llevar hasta casi parecer uno de los personajes de los libros que lee.

martes, 29 de mayo de 2012

LA ARROGANCIA DE LA RAZA HUMANA (V). RACISMO

Podríamos pensar erróneamente que el racismo aparece principalmente en tiempos de crisis. Pero la verdad es que un individuo,  o una sociedad, no puede “no ser racista” y de la noche a la mañana “ser racista”. Es necesario algo más que “el detonante” para tal cosa. El racismo es la exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otros u otros. No es un simple (entiéndase aquí el término “simple”) “no me gustan” o “no me caen bien”. Más allá de eso, el racismo se puede convertir en una doctrina antropológica o política, que en más de una ocasión ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior.
Vayamos con las afirmaciones con las que muchos no estarán de acuerdo: el racismo es un sentimiento aprehendido, algo que no dice nada a nuestro favor. Lo hemos heredado de nuestros antepasados sin rechistar. Ha hecho falta mucho tiempo para comenzar a razonar en sentido contrario (y no en todas las partes del planeta). Los casos más claros con los que ejemplificar esto pueden ser… las personas negras, que desde la conquista de América hasta la historia reciente (Guerra de Secesión), fueron tomadas como esclavas; el sentimiento generado durante todos esos siglos por verlos como seres inferiores todavía está latente. Las personas musulmanas, “moros” (que curiosamente viene a significar “negro”), que estuvieron ocho siglos en la península, motivando la Reconquista que trajo un duro aparato político-religioso-propagandístico, que terminó avivando un sentimiento racista que muy posiblemente ya había. Sudamericanos: volvemos al descubrimiento y conquista de América…. Sin olvidarnos de los gitanos, rumanos, judíos... (del antisemitismo ya nos encargaremos en otra entrega).
Centrándonos en acontecimientos más modernos, podemos intentar explicar la animadversión a una etnia argumentando una coyuntura económica complicada, un conflicto bélico, terrorismo etc. Pero en realidad estaríamos intentando justificar lo injustificable. Si bien es  cierto que un momento histórico delicado, o unas acciones incomprensibles pueden motivar repulsa, no se debe generalizar; puesto que ese sentir podría instalarse en la conciencia colectiva, y con el paso del tiempo, olvidado ya los motivos, o sin valor por un momento histórico diferente, prevalecer de manera “casi inherente” (aprehendido); y haberse hecho extensible a todas las personas de una raza: odiándolas sin saber el porqué (eso es el racismo).
Es posible que hasta ahora no seamos capaces de asociar el racismo a la arrogancia de una sociedad. El racismo es un sentimiento, y en el peor de los casos una ideología política (o religiosa), que no surge sin más. Es necesario un detonante, generalmente coyuntural, y tiempo para que las ideas se asienten. La manera de adoctrinar a una sociedad en este sentido es muy importante, ya hicimos referencia a ello. El resultado no es sino el creer, por los motivos que sean, que una raza es superior a otra despreciando su procedencia, cultura, religión, hábitos, costumbres etc. Además el racismo se comporta como un virus. En primer lugar, si llego a la conclusión de que, por ejemplo, mi procedencia es mejor que la de otra etnia, o mi religión es la única y verdadera y no la de los otros, o mi moral es la única correcta y no la de la otra raza (podríamos hablar de color, costumbres…); si como digo, creemos que somos poseedores de la verdad en un solo ámbito, entonces es extensible a todos los demás. Además, al igual que un virus, se va contagiando al resto de los individuos de una sociedad.
Al racismo van unidos términos como: esclavitud, genocidio, indefensión aprendida, limpieza étnica y algunos más. Ha sido, y todavía sigue siendo, un lastre para el desarrollo de sociedades enteras. Ha puesto de manifiesto la barbarie de la humanidad. Ha provocado campos interminables de refugiados… de concentración… de exterminio. Y lo peor de todo es que si necesita tiempo para desarrollarse, también lo necesita para ser erradicado.
Si todavía hay alguien que piense que el racismo no tiene nada que ver con la arrogancia de la raza humana, analizaremos los aspectos básicos. En primer lugar es necesario que las razas hayan convivido juntas. Eso explicaría por qué el racismo cambia de “objetivo” dependiendo del lugar del planeta hacia el que miremos. Y en segundo lugar, es necesaria una diferencia. Sí, analicemos si no: negros, moros, amarillos (chinos, japoneses, etc.), judíos, gitanos, rumanos… color, creencia, costumbres… cuanto menor es la diferencia, menos sentimiento racista. “Yo soy mejor porque ellos son diferentes”. Si se piensa que ser blanco es mejor que ser negro, entonces mi procedencia es mejor, mi cultura es mejor, mi religión es mejor, mi moral es mejor, soy más inteligente, por tanto tengo más derechos y poder sobre ellos… Mi sociedad es mejor.
¿No es una incongruencia paradójica que si una sociedad es mejor en todo eso, someta a la sociedad supuestamente inferior? Si fuera cierto que una sociedad es superior a otra, con todas las virtudes que se desprenden de esa afirmación ¿No sería moralmente correcto ayudarla?
Nuestra arrogancia nos ha llevado a límites insospechados en relación al trato con otras culturas y razas.
Creo que hemos avanzado mucho para que podamos pensar todavía que somos mejores que otros simplemente por el lugar de procedencia, color o credo. Pero el sentimiento es difícil de erradicar. A veces pienso si este… “racismo moderno” heredado de nuestros antepasados no es sino un reflejo actual del Miedo.

ENRIQUE CABRERA

viernes, 18 de mayo de 2012

LOS PERSONAJES DE "LA MUSA. NOVELA DE UNA OBSESIÓN". HARRY

Harry es un escritor de mediana edad, prolífero pero con poco éxito. Se deja llevar por los devenires de la vida sin oponer demasiada resistencia, aunque esperando una oportunidad. Es desordenado pero reflexivo, y apasionado hasta el punto de la obsesión. Cualidades que serán la base para comprender su comportamiento tras la muerte de su editor y conocer a Sandra (La detective).
Es un hombre reservado respecto a su vida privada y su pasado; moralmente sincero hasta el punto de ser hiriente, y muy crítico con la sociedad que le rodea, la misma que lo lleva a la fama gracias a los asesinatos que ocurren tras cada publicación; hecho que no le impide continuar editando sus obras, y, lo que realmente desea, seguir viendo a Sandra.
Este comportamiento que atiende a su visión de la moral y la ética, reprochable por todos, paradójicamente es el que le sirve al autor de partida para atacar a la sociedad, techándola de hipócrita y moralmente corrupta, pues si ellos no compraran sus libros, él no continuaría escribiendo, y los asesinatos… tal vez cesaran.
Este círculo vicioso y simbiosis entre el autor, el asesino y el público, es uno de los pilares de la novela y la base de las reflexiones de Harry, que capítulo tras capítulo aborda un tema moral, criticando sistemáticamente a la sociedad a la que pertenece.
Si bien el comportamiento ético-moral es fundamental en el desarrollo de la novela, el eje central es Sandra, la detective que investiga los asesinatos. La coincidencia de que sea lectora de Harry, antes de ser famoso. Que quedara completamente cautivado por su “aura”, convirtiéndose en  una fuente inagotable de inspiración. Junto con el éxito. Hace que el escritor tenga una visión distorsionada de la realidad, dejando en un segundo plano los asesinatos, y creyendo que sin Sandra su obra no habría tenido ningún sentido. Esto lo lleva a una espiral obsesiva que conduce inexorablemente hasta la detective. Se mezclan aquí sentimientos como el deseo, el miedo, la fascinación, la ofuscación… vistos desde la perspectiva de Harry.

ENRIQUE CABRERA

lunes, 7 de mayo de 2012

DE LITERATURA Y LITERATOS (III). ESCRITORES Y CATEGORÍAS


Es posible que las categorías sean necesarias en determinados casos para seguir o tener un orden. Y es seguro que las personas gusten de distinguirlas, sobre todo si están en los “escalones” superiores. Pero hay ámbitos donde las categorías (clases, rangos, niveles etc.) son innecesarias por la “inutilidad de trato”, y por no ajustarse a la realidad.

En “De literatura y literatos” no podíamos dejar de hablar de esas… categorías con las que a veces se intenta encuadrar, o definir, a un autor. Por lo general, estos “calificativos” suelen provenir de otros colegas o editoriales.

La más usada, y la vez la que demuestra un menor conocimiento de la persona a la que se le endilga, es la de escritor novel. Sí, amigos del me gusta marcar las diferencias, el adjetivo “novel” es el más utilizado cuando se quiere hacer referencia a un autor que ha publicado por primera vez. Claro, es que en la Real Academia Española dice claramente: “Que comienza a practicar una profesión, o tiene poca experiencia…” Y debe de ser por pura semántica al motivo por lo que se hace tal distinción. Y por si no queda claro, para diferenciar aun más a estos escritores de los que ya han publicado varias obras, se emplea el término “consagrado” para estos últimos.

Y porque sé que sólo es una cuestión de significado; que las editoriales no nos quieren clasificar; ni nuestros colegas diferenciar del resto (y de paso de ellos mismos)… me asaltan las dudas, y yo asalto a nuestra queridísima R.A.E. (y a la semántica). Pues resulta, y dejo constancia para que se tome nota, que consagrar es: Conferir a alguien o algo fama o preeminencia en determinado ámbito o actividad. ¡Vaya! Aquí no dice nada del mero hecho de publicar. Haberlos… “haylos” (consagrados digo), pero no tantos como se creen. Y por cierto, la definición de novel también dice: Que comienza a practicar un arte.

Así que, resuelta mi duda sin “dudar” de las casas editoriales ni los colegas, dios me libre, puedo decir, semántica en mano, que ni hay tantos escritores noveles ni mucho menos tantos consagrados. Y que no hace falta publicar para dejar de ser “escritor novel”, pero no es suficiente hacerlo para ser un escritor consagrado (con fama o preeminente), por muchas novelas que se tengan editadas.

Espero no haber dejado sin identidad a nadie ahora que ha quedado claro que no son todos los que están (o no somos todos los que estamos). Siempre habrá escritores mejores que otros, es innegable, pero en el fondo todos somos creadores de entretenimiento, ¿y a quién se entretiene primero sino a aquellos que tenemos cerca? Así que todos somos “escritores de andar por casa”. El día que no seamos eso, “consagrados” o no, habremos dejado atrás lo más importante de ser escritor.


            ENRIQUE CABRERA