viernes, 23 de noviembre de 2012

TEORÍA DE LA SOCIEDAD PRÁCTICA. EL FRACASO DE LA SOCIEDAD.

Una persona es el axioma de una sociedad, y una sociedad es el resultado de la suma de todos sus individuos, cada uno de los cueles diferentes, o si lo prefieren… distintos entre sí, lo que nos lleva a que la moral, la ética, los objetivos, etc., de dicha sociedad no tienen por qué corresponderse a los de sus miembros. Por consiguiente tenemos que tratar a una sociedad como a un ente diferente a los individuos que la componen pero sin separarlos.

Aunque esta base fundamental se desprende de la definición misma de “sociedad”, la obviedad es necesaria (y cuando lo es no suele ser bueno) para tomarla como punto de partida para analizar un hecho, que aunque se ha dado durante más tiempo del que pensamos, es ahora cuando lo percibimos con algo más de claridad. Hemos fracasado como sociedad. O, para los más optimistas, estamos fracasando como sociedad.

El ser humano se ha agrupado desde el principio de los tiempos por diferentes motivos. Ese hecho tan simple (convivir con miembros de tu misma especie compartiendo territorio) generado por una necesidad básica, como defenderse o alimentarse, es un patrón innegable e inevitable a nivel individual. Platón y Aristóteles lo llamaron “sociabilidad natural”. En el ser humano y su manera de entender la vida, existe un proyecto de sociedad innato. Ese proyecto se desarrolla de manera tan natural e inconsciente, que trasciende al propio individuo adquiriendo entidad propia. Las ventajas de esta forma natural de convivir hacen imperativo plantearse un modelo más o menos reglado, pasando de ese “proyecto de sociedad” a tener como objetivo la sociedad en sí.

A pesar de que la necesidad de convivir en sociedad ha permanecido inalterable en su esencia básica a lo largo de los años, los modelos y los conceptos de sociedad, sí que han ido cambiando motivados por las nuevas necesidades de los individuos que la componen. Modelos y conceptos son en realidad dos dimensiones diferentes de “sociedad”; entendiendo “modelo” como la sociedad práctica, y “concepto” lógicamente como la sociedad teórica. Curiosamente en este ámbito habría que decir que la teoría o concepto de sociedad se queda corto en comparación con la práctica o los modelos existentes. En realidad sería imposible dar una definición de sociedad que se ajustara a un modelo práctico real, ya que los conceptos no van más allá de describir a un grupo de individuos conviviendo bajo unas reglas o acuerdos que permitan dicha convivencia, y teniendo todos un objetivo común para satisfacer las necesidades básicas y necesarias. Pero lo cierto es que “sociedad” ha ampliado tanto tus fronteras, que en la práctica se han generado sociedades dentro de las sociedades, agrupándose los individuos por creencias, estilos, opiniones, hobbies, y un largo etcétera. Si sólo tenemos en cuenta las grandes sociedades, o si desligamos la territorialidad y las características definitorias de la sociedad práctica, nos daremos cuenta de que los aspectos que mantienen la cohesión entre los individuos, son aquellos que tienen que ver con el sentimiento de pertenecer a un grupo determinado; estaríamos hablando ya de aspectos culturales, históricos, sentimentales, reivindicativos etc., todo al margen de las necesidades vitales que limitan en mucho lo que es realmente una sociedad. Este hecho hace imposible la convivencia grupal si no es bajo un modelo de sociedad; sin estos lazos afectivos definitorios que trascienden al propio concepto de sociedad, un grupo de individuos determinados no podrían convivir en el mismo territorio. Es decir, es imposible que un grupo de personas convivan fuera de la concepción social.

Ante las ventajas de desarrollar una vida en grupo, y sobre todo por la imposibilidad de que esto ocurra sin las premisas que definen una sociedad, los individuos asumen e interiorizan la sociedad como modelo sine qua non para sobrevivir, relacionarse y evolucionar. La sociedad consciente es la aceptación de este modelo como objetivo de convivencia, y el esfuerzo que esto conlleva. Cada integrante del grupo adapta su comportamiento, su estilo de vida, para integrarse o permanecer integrado a la sociedad a la que pertenece. De esta manera se refuerza el modelo. La sociedad se retroalimenta y evoluciona a partir de la consciencia de sus componentes, hasta que llega un punto de inflexión donde la propia sociedad moldea a sus miembros, sería la consciencia de la sociedad. Este punto es inevitable en el desarrollo normal de la evolución humana como especie, la suma de entes da lugar a un ente mayor y con identidad propia. El ente sociedad es  capaz ya por sí mismo de orientar las vidas de los individuos que lo integran; aceptadas sus reglas legales, morales, éticas, tácitas, contractuales, e incluso religiosas, políticas… la maleabilidad de las conductas es una consecuencia lógica.

Las sociedades tienen dos puntos clave que siendo de naturaleza muy diferente, se complementan: una sociedad crece y se expande; además su evolución en un ambiente aislado depende únicamente del límite de sus individuos. El primero de los hechos provoca que sociedades diferentes entren en contacto, el segundo motiva la interacción activa de las mismas (interacción que no tiene por qué ser pacífica). Nos damos cuenta entonces, estudiando la mecánica del desarrollo de las sociedades, que un grupo completamente aislado está apocado a la desaparición, pudiendo ocurrir por diversos motivos: por la distorsión de sus reglas de origen, por no alcanzar un número suficiente, por no querer interactuar con el resto de las sociedades que la rodean siendo al final absorbida por éstas (interacción pasiva) etc. Se podría decir que una sociedad evoluciona más rápidamente y perdura en el tiempo, en función de su capacidad para relacionarse con el resto de sociedades que ocupan los territorios vecinos. La curiosidad humana, la arrogancia, la tecnología etc., ha permitido a lo largo de la historia, que estas interactuaciones se produzcan entre sociedades muy distantes.

Siguiendo este modelo de desarrollo social hemos llegado a una sociedad global (en muchos de sus aspectos). La interactuación total o parcial de las sociedades que componen el mapa mundial, ha desembocado en un “monstruo de frankenstein”, no comparable con el desarrollo de una sociedad individual, pero guardando las características básicas, a saber: un ente que es la suma de todas las sociedades que lo conforman, pero diferente a cada una de las mismas.

A grandes rasgos, éste es el camino que ha seguido la sociedad hasta donde la conocemos: axioma (individuo) -organización natural –sociedad -evolución primaria -interacción con otras sociedades –evolución -desarrollo general -sociedad global. Teniendo esto, comprendemos que los tres grandes rasgos son, “el individuo”, “la mecánica evolutiva social” y “la sociedad global”.

Hablar del individuo en relación con la sociedad es harto complicado cuando los mejores filósofos de la historia ya lo han hecho, ante los cuales no creo estar a la altura. Dicho lo cual, espero me perdonen si creen que mi teoría está anticuada o trillada. Es innegable que la sociedad no existiría sin el individuo. Jeans Graves (1854-1939) definió al individuo como las “células” del “organismo vivo” que era la sociedad, pero como ejemplo para intentar demostrar que era una ínfima partícula de la sociedad, sin importancia trascendente. Este ejemplo le servía para razonar demás, que la célula dependía totalmente del ser completo y por tanto los individuos eran esclavos de la sociedad. Graves enmarcó la dependencia del individuo en la política económica, fruto indiscutible de la sociedad. Esta conclusión puede darse la mano con el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), que entendía que el hombre había “cedido” su libertad y por tanto estaba alienado por el sistema social o la sociedad. Ésta es, sin duda, la visión romántica del individuo dentro de la sociedad; atrapado, encarcelado… con una libertad coartada que le impide elegir aquello que quiere cuando quiere. Se podría exponer aquí perfectamente la paradoja de hablar de individualismos en un contexto social, pero no lo haremos hoy. Lo cierto es que Rousseau primero y Graves después, se equivocaban (si no en sus planteamientos, sí en sus conclusiones). El individuo no es un mero componente estructural de la sociedad, eso lo dejaría al margen de la misma. Lo cierto es que cada una de las personas que componen una sociedad son la única verdad social, porque todas las normas, leyes, acuerdos, fines, objetivos… todo… parte de esos individuos. La alienación o esclavitud social, pondrían al individuo en un plano diferente a la sociedad, y no pueden estar en planos distintos. Un preso forma parte de la prisión, pero no es la prisión. La cárcel seguirá siéndolo incluso sin presos (aunque no tenga razón de ser). Un motor está compuesto por cientos de piezas, pero cada elemento no es el motor, están en planos distintos. Por el contrario, un individuo no solamente forma parte de la sociedad, sino que “es” sociedad, porque en cada uno reside la voluntad innata de configurar un modelo de convivencia reglado. Es decir, la sociedad no existiría sin el individuo, pero los individuos no se desarrollarían sin la sociedad. Es una simbiosis. Voltaire se acercó con el pacto social: la vida en común exige una convención para preservar el interés de cada uno. Decía que el instinto y la razón del individuo le llevan a respetar y promover tal pacto, y que el propósito de la moral era enseñarnos los principios de esta convivencia fructífera. Personalmente no creo en el instinto como base ni parte del comportamiento humano, sea cual sea. Poner al mismo nivel instinto y razón es como verter agua y aceite en el mismo recipiente. Mezclar instinto y moral es tan absurdo como decir que cualquier animal que viva en sociedad, que hay muchos, observa unas reglas morales en base a un instinto que los hace actuar. A Voltaire se le escapaba la dimensión cognitiva de la sociedad, la que le confieren todos y cada uno de sus individuos, y por la que toma conciencia de sí misma a través, precisamente, de las personas que la conforman. Es un flujo recíproco. Una simbiosis en todos los sentidos. De este flujo bidireccional parten entonces la moral de la sociedad como ente, los acuerdos, los fines, los objetivos etc. Por tanto, el primer y más grande error del concepto de sociedad es separar, aunque sea inconscientemente, al individuo de la sociedad, porque el modelo que esto genera no se basa en los individuos, sino en una estructura ya dada de sociedad. Estaríamos (y estamos) intentando construir un castillo de naipes a la inversa, poniendo como base sólo unas pocas cartas, y haciendo cada nivel con más naipes que el anterior. Cuando habría que poner como base a todos los individuos y cada nivel con una estructura tal que se sustente con el anterior.

Las teorías actuales de Habermas (1929-….) y Foulcault (1926-1984) respecto a la sociedad en relación a los individuos, se acercan más a la no disgregación de ambos conceptos (individuo-sociedad). Siendo la de Habermas excesivamente utópica, describiendo una sociedad de futuro necesaria o posible, y definiendo que el individuo puede abstraerse del poder-manipulación de la sociedad  (acción estratégica como lo llama Habermas); Foulcault, por el contrario, expone una sociedad más real, o pesimista dirían algunos, aunque sin la posibilidad de que el individuo pueda apartarse de ese poder-manipulación que ejerce la sociedad. Pero ambos, de una manera u otra manifiestan que el individuo configura un discurso y plantea una manera de auto-gobierno que el sujeto puede darse, haciendo de sus decisiones racionales la base de sus acciones sociales. Esto, que Habermas llama auto-crítica, es la base de la que parte el nivel cognitivo, moral y sicológico de una sociedad entera, que la convierte en un ente por sí misma, pero que es a la vez el mecanismo que tiene la persona para relacionarse con los demás y evolucionar como individuo, llegando a realizarse como ser humano completo. Porque no es, sino en sociedad, donde podemos desarrollar todas las acciones, cumplir todos los “parámetros” que nos convierten en seres humanos, ya que nuestra especie no sólo se identifica por nuestra biología, o nuestro aspecto, nuestra evolución intelectual en el marco de una vida es fundamental, y esta evolución no se puede dar fuera del contexto de sociedad. El conjunto, el grupo, promueve el desarrollo cognitivo e intelectual y por qué no, moral, ético, psicológico… hasta un nivel suficiente (dentro de las capacidades de cada uno).

Respecto a la mecánica evolutiva social no tiene problema aplicada a las sociedades individuales que, como ya hemos explicado antes, interactúan entre sí dando lugar a un desarrollo mayor. El problema de este sistema casi natural de evolución, viene cuando se aplica a una sociedad global. Por definición, en este caso, el modelo de mega-sociedad tiende a desaparecer. Hemos dicho que la evolución de una sociedad depende del límite de sus individuos. En este caso, la evolución del ente sociedad global depende directamente de la evolución de las sociedades que lo componen. Pero esta super-sociedad está aislada, no tiene manera de interactuar con otras del mismo nivel, por tanto no sólo dejará de evolucionar, sino que tiende a desaparecer. La sostenibilidad de una sociedad global con el sistema mecánico evolutivo actual es inviable.

Con todo esto, partamos de la totalidad para llegar al responsable último de la sociedad, y comprobar por tanto su fracaso. El ente sociedad-global se retroalimenta de las sociedades que lo componen hasta llegar a un límite en el cual debería de interactuar con otra entidad de su mismo nivel (algo imposible hoy día), el peso específico que tienen algunas sociedades con respecto a la globalidad modifica el comportamiento natural de la mega-sociedad, que debería de proteger a todos sus miembros, para decantarse sólo por aquellos que pudieran hacer que continuara desarrollándose sin necesidad de interactuación alguna con otra mega-sociedad (un desarrollo anómalo teniendo como base la mecánica evolutiva actual), esto nos lleva de la retroalimentación, al canibalismo. No hay duda que la sociedad-global tal y como la conocemos es, entre otras cosas, el resultado de la precariedad, abuso, utilización y aniquilación de otras tantas sociedades; hay que aclarar en este punto que antes el ente no estaba desarrollado, por tanto ese sería el drama evolutivo social (vergonzosamente aceptado e incluso justificado). Pero en este momento sigue habiendo sociedades pisoteadas y esclavizadas por la sociedad-global, cuyo trabajo y la explotación de sus tierras y recursos sirven para otros menesteres al margen de su propia evolución (de esa sociedad). Además, otras tantas simplemente son ninguneadas y dejadas a su suerte, al no servir para un desarrollo generalizado del gran ente. Éste es el resultado de una distorsión del modelo mecánico evolutivo. El desarrollo normal necesita de individuos del mismo nivel, en este caso de otra mega-sociedad, sin eso el estancamiento es inevitable, y el retroceso del mega-ente sólo cuestión de tiempo.

Pero la complejidad de la relación simbiótica entre la sociedad-global y el resto de sociedades individuales o grupos de ellas (comparable con la relación entre individuo y sociedad), es tal que éstas se ven afectadas irremediablemente. Hemos comentado que en este tipo de relaciones existe un flujo bidireccional que se repite entre individuo y sociedad, sociedad y sociedad o sociedades, y también entre sociedad y sociedad-global. Cuando se genera este gran ente, es a través de él que las sociedades se relacionan, de manera que las relaciones inter-sociedades, afectan a todas las demás. Hay que entender que las sociedades aportan al ente mucho más que una cultura, de la misma manera que una persona aporta mucho más a una sociedad que simplemente el ser físico (ya hemos dicho antes que es más complejo). Es decir que ese gran ente, aunque diferente de cada una de las sociedades que lo componen es el reflejo de las mismas y su desarrollo. El problema está en la estructura evolutiva social, pues para que una sociedad individual se desarrolle, necesita de otras para interactuar, y esto ocurre ya a través de la sociedad-global. Pero ésta no evoluciona normalmente debido a la imposibilidad de interactuar con otras, así que literalmente deja que unas sociedades se destruyan para mantener el modelo. Las sociedades que se ven beneficiadas de algún modo por este modelo (muchas), para continuar evolucionando del mismo modo que lo hacen, tienen que mantener las relaciones tal y como están, por tanto el modelo de sociedad-global no cambia. Tanto es así, que otras tantas sociedades (denominadas emergentes), se suman al modelo actual (por eso son emergentes) agravando el problema. El fracaso de la sociedad global queda patente, o ha quedado patente, desde el momento en que todos tenían en su mano acabar con las circunstancias infrahumanas de algunas sociedades a través del ente, y aun así no se ha hecho por querer mantener el desarrollo de otras muchas.

La sociedad, el paradigma del desarrollo humano, de evolución como especie “superior”… se pudre: el flujo bidireccional con el gran ente la envenena. Por desgracia la estructura global no se puede obviar, y es el único medio que tienen las sociedades para interactuar entre sí. Este medio está desvirtuado, o edulcorado, por el interés general de no cambiar un modelo equivocado, de manera que el equilibrio que debería ser una sociedad simple (que vista desde el individuo, desde dentro, es como una gran estructura) se pierde, porque sólo un sector o una parte de la sociedad (y con “parte” no hay por qué referirse a individuos, una sociedad es mucho más) puede mantener el flujo bidireccional con el ente global, ya que éste, a su vez, se apoya más en unas sociedades que en otras. Lo que en realidad queda es el simple hecho de continuar imbuido en la mecánica evolutiva social (ya destruida), cueste lo que cueste; hasta el punto de crear la sociedad en función a eso, y no de adaptar o buscar un modelo en función de las sociedades. Por tanto el individuo como persona integrante de una sociedad simple, queda relegado al último lugar en la escalera de intereses, ya que no se genera una sociedad a su medida, sino a la medida del ente global. Esto es un círculo vicioso complicado de abarcar y comprender, hasta el punto de que se adoptan las sociedades al sistema y no al revés, el sistema a las sociedades. La mecánica evolutiva debería de adaptarse al momento de crecimiento de las sociedades, y no al contrario (como está ocurriendo). Nos sentimos entonces mangoneados, y dirigidos. Es por ello que se dice que se es esclavo de la sociedad, pero es un error conceptual al estar inmersos en la espiral destructiva. Pero este pensamiento, este error, marca tendencias y refuerza el modelo actual. Ya que si yo pienso que soy prisionero de la sociedad, no puedo hacer nada, por tanto el modelo no solo no cambia, sino que sale reforzado al creer que en realidad no se puede hacer nada.

Tendríamos que comenzar por cambiar el concepto; el individuo, a pesar de ser el responsable último de la destrucción del modelo actual, también es el único que puede cambiarlo, pero hay que empezar por darnos cuenta de que todos somos sociedad, de que vamos en la misma dirección aunque no lo parezca, y que no nos podemos desligar, no porque seamos prisioneros, sino porque es nuestra naturaleza convivir en sociedad, es nuestra responsabilidad crear la mejor para todos. Cuando se habla de simbiosis, se está haciendo referencia al modelo real de relación entre el individuo y la sociedad, pero lo hemos desvirtuado hasta tal punto, que más bien parecemos parásitos (las personas) del gran ente sociedad-global… pero sólo lo parecemos, la realidad es más difícil de asimilar.

La cruda realidad es que la sociedad lleva tanto tiempo evolucionando en relación a un modelo y no a sus individuos, que se ha convertido en un parásito del individuo. El ente sociedad ha adquirido una postura parasitaria en relación a sus miembros, porque el único objetivo es mantener el modelo global actual. Esto ha ocurrido gracias a dos cosas; primera porque nuestra actitud ha convertido la simbiosis en una relación parasitaria en muchos aspectos: la sociedad nos consumo porque creemos que somos prisioneros; segunda porque la sociedad sin el individuo no es nada, así que se sirve de él para mantener la estructura necesaria. Este modelo ha relegado la relación simbiótica a la mínima expresión: en teoría la sociedad mantendría las necesidades de sus individuos para que éstos siguieran reforzando el modelo. Pero esto es hacer funambulismo sin red: un traspiés y puedes matarte. De la misma manera que el ente sociedad-global practica el canibalismo con algunas de sus sociedades para mantener a otras que soportan el modelo. La sociedad simple también hace esto con sus individuos cuando tiene que proteger el modelo. Lo triste es que si cogiéramos un cuchillo y abriéramos el corazón y el cerebro del ente sociedad, nos encontraríamos a nosotros mismos.

 Una sociedad debería proteger a todos sus individuos como base y parte fundamental de la evolución primaria, que es la que realmente le da el rango de sociedad. Cuando esto no ocurre, cuando no hay herramientas para salvaguardar a las personas que la componen, se puede decir que hemos fracasado como sociedad, aunque ésta continúe evolucionando o relacionándose a través del ente global.




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